16 junio 2007

Mierda Ikea: el infierno de la des-atención al cliente

La primera vez que fui a Ikea me prometí no volver jamás a semejante antro. Ayer, lamentablemente, incumplí mi promesa. En pleno proceso de mudanza y estando cerca de allí, decidí acercarme para comprar algunos básicos que pensaba que me llevaría poco tiempo y sufrimiento.

Error mortal: en Ikea, si pueden hacer algo para joder al cliente, lo harán.

Me decidí por unas sillas y una cajonera. Ya sabéis que en estas tiendas el cliente apunta en un papel en qué parte del almacén está lo que quiere, va hasta allí, lo carga, lo paga y se lo monta en casa.

En resumen, Ikea lleva de la fábrica al almacén los productos y luego te dice que los busques y te las apañes. Este es el concepto de negocio. Obviamente, es barato. Solo faltaba.

Pues bien, este concepto, ya molesto para el cliente de por sí, se encargan de hacerlo lo más incómodo posible. Llegado al almacén donde debía coger las tres sillas que necesitaba, sólo quedaba una. Pregunto al único encargado que veo en información y, tras 10 minutos de espera a que atienda a la cola que se le había formado (me refiero a la cola de personas, no a que le haya salido cola, aunque la mayoría de los empleados aquí parecen bastante animales) me indica que "si no hay más, ya no habrá hasta mañana".

Decido pasar de la que quedaba y comprarlas en otro sitio (no pienso volver mañana) y opto por llevarme sólo la cajonera. Ésta, no sé porque extraña razón no responde al sistema básico: hay que pedirla a un dependiente que te entrega una nota para que la pagues en caja y luego ir a otra ventanilla (Preparación de pedidos) y allí te la entregan.

Otros 10 minutos de cola en la caja para pagar (¿cómo puede haber tanta gente y tan pocas cajas abiertas? En la publicidad prometían que si hay más de tres personas abren otra caja; ¡mentira!) y voy a la siguiente parte del proceso donde de nuevo espero turno (5 minutos).

Entrego la nota y me indican que debo esperar entre 15 y 20 minutos a que me lo preparen. Alucino. En tiempos de espera llevo ya más de media hora que, sumada al tiempo que pasas entre pasillos y dando vueltas para encontrar lo que buscas, se acerca a la hora el total dedicado a comprar la mierda de la cajonera que luego he de montar en mi casa.

Me largo de esta mierda de sitio con la seguridad de que solo volveré a entrar en él si el señor presidente de Ikea secuestra a mi hija y amenaza con matarla si no le compro de nuevo. Situación que espero que no se dé nunca porque creo que no cedería al chantaje.

No entiendo el éxito que ha acompañado a estos sitios a no ser que realmente los apuros económicos afectaen a un mayor porcentaje de población del imaginado. Aún así, el aspecto de algunos de los visitantes indica que no es solo por el precio, lo que me hace temer que, efectivamente, la humanidad se encuentra en un proceso de involución temible que hace que de verdad les guste comprar aquí, entre la masa, el ruido, el desorden y la falta de servicio.

Bendito sea por siempre El Corte Inglés.

10 junio 2007

Cambios, ruidos, agobios...

Días de cambio e incertidumbre: mudanza de casa, cambios laborales (nueva dirección), permanente necesidad de elegir, falta de tiempo y sensación de no disponer de esos momentos de sobra en los que puedes disfrutar de un poco de paz, silencio y ausencias.

Pero pronto llegará agosto. Espero que en un mes o mes y poco hayamos encarrilado todo y pueda volver a construir una monotonía de rutinas que me hagan sentir que la vida es un hogar pacífico.

03 junio 2007

El origen liberal de la crisis de valores

Josep Ramoneda defendía hace pocos días que la crítica de Sarkozy a las ideas de Mayo del 68 eran un error desde una postura novedosa e interesante.

Defiende que mayo del 68 no fue sino el inicio de una revolución liberal que tomo la excusa de aquella ruptura con los valores tradicionales para liberarse realmente de toda atadura moral del capitalismo para llegar a la eclosión actual de liberalismo total en lo económico (¿os acordáis cuando la sociedad tardofranquista advertía de la confusión entre libertad y libertinaje? Ninguno de aquellos habla hoy, sin embargo, de libertinaje económico. En economía no hay límite posible a la libertad).

Y también en la moral y los valores, se han roto todas las referencias y nadie se atreve a definir un marco en el que se haya de encerrar el liberalismo. Nadie se lo exige.

Lo malo es que nos hemos creído todo ese ruido que el pensamiento dominante, los líderes conservadores, los medios neoliberales, pregonan. Eso de que la izquierda es el origen de la crisis de los valores, contra la que solo la derecha y los conservadores (y esas malditas religiones) pueden poner coto.

En realidad la ausencia de valores es el marco ideal del actual liberalismo: solo la ausencia de moral explica que lo económico se convierta en última explicación de la bondad o maldad de algo.

El pensamiento crítico (no se si decir izquierda sirve de algo o aclara más que confunde) sigue siendo la única forma de búsqueda actual de una referencia moral. La única forma de sustituir el mero valor económico por un sistema de valores con algo de humanismo dentro.