Poco antes de llegar a Valdepeñas, en torno al km 198 según se va de Madrid, aparece el restaurante La Aguzadera.
Lo conocí hace algunos años en un viaje a Andalucía en el que caí en tal lugar de pura casualidad. Simpelmente porque estaba allí a la hora de comer.
Sin embargo, lo cierto es que este restaurante merece la vsiuta por sí solo, es un lugar tremendamente agradable, con servicio eficaz y atento, una comida muy destacable y un entorno especialmente agradables.
El hecho de que hayan triunfado y sean recomendados en numersoas publicaciones. Les ha llevado a ampliar salones. O al menos eso me parece, ya que en un principio siempre comía en su salón principal (a la entrada y junto a la barra) y, últimamente, nos han llevado ya en varias ocasiones a algún pequeño salón del interior edificio.
Pero las mesas situada junto a la barra, al lado de unas cristaleras que permiten disfrutar de todo el entorno, la tranquilidad y las conversaciones del local son mucho más gradables que los salones donde una mala insonorización y la pésima costumbre de poner unos altavoces con música mál equalizada hacen que el ruido se convierta en un compañero desagradable. Aún así, el esfurzo por agradar, el buen servico, la buena comida, y la posibilidad de comprar en la tienda adyacente alguno de los magfníficos quesos de La Mancha que se pueden degustar en la comida, hacen de este restaurante una de la mejores motivaciones parea eleir la ruta por carretera cuando se viaja hacia el sur.
Solo se puede añadir que son, además, especialmente amables con los niños, lo que les hace merecedores de nuestro cariño como padres y de nuestro odio cuando vamos con el deseo de disfrutar de cierta tranquilidad que suele acabar reducida a nada por esos odiosos enanos que nos joden la comida: más vale tomárselo con humor y disfrutar de la buena mesa que nos preparan en medio del páramo manchego, de una forma casi inesperada a la vera de la N-IV n La Aguzadera.