10 abril 2008
El Cenador del Capitán. Potes
Si bien Potes es un lugar donde el exceso de visitantes puede invitar a la huida, a veces es posible encontrar una conjunción de momento, ánimo, lugar que lleva a disfrutar de un momento perfecto.
Nos pasó en El Cenador del Capitán. Buscábamos algún lugar donde comer y nos encontramos al azar con este restaurante. Pensamos que el hecho de tener que subir varios pisos por las escaleras que llevan al "sobrado" donde se encuentra, desanimaría a quienes no se hubiesen desanimado por unos precios bastante contenidos, pero superiores a las hamburgueserías y baretos de la plaza, seguramente más acordes con el conjunto de domingueros que ese día había en el lugar.
No nos equivocamos y pudimos disfrutar de una comida casi solitaria, una atención excelente y una calidad decente, que es lo máximo esperable hoy de cualquier local que vive suponemos, básicamente de quienes caen esporádicamente en sus vacaciones por aquí, y, sin embargo, no parece abusar de tal circunstancia.
El local es agradable. La cocina, prácticamente a la vista de los comensales, garantiza un cierto respecto por la higiene. Los precios, honestos y las raciones excesivamente abundantes, daban razón de que nos encontrábamos en ese norte donde la comida es una religión que lleva en sí el pecado y la penitencia.
Al final, el buen servicio se ve acompañado por una agradable sobremesa en la que la vista se relaja sobre los tejados del pueblo y las montañas a lo lejos, envueltos en el excesivo rusticismo del local que, sin embargo, se perdona ante la atención de los dueños y la suficiente calidad de la comida acompañada por una corta pero digna.
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