17 octubre 2010

Guia de Ourense. Capítulo II. Monasterios del Cañón del Sil

Volvamos a Ourense para recomendar una escapada por los alrededores que nos llevará a rincones tremendamente hermosos, donde la armonía entre una naturaleza aún casi virgen y la hermosura de las viejas construcciones monásticas, perfectamente integradas en el paisaje, nos entregará a un pleno disfrute de los sentidos.

Nos dirigimos a San Pedro de Rocas. Este es un primitivo monasterio situado en el concello de Esgos (carretera OU 536) con unos 1500 años de historia a sus espaldas, desde que unos ascetas decidieron escoger este lugar para retirarse del mundo y orar a finales del siglo VI, cuando Galicia aún era un reino suevo, antes de ser tomado por los visigodo. Aún pasó unos siglos abandonados desde su fundación hasta que se funda una nueva comunidad en el siglo VIII, coincidiendo con la conquista árabe de la Hispania.

Hoy es un lugar tremendamente evocador, a pesar de la continua música ambiente que han elegido poner en contraposición con el silencio que en este lugar reinó y reina habitualmente.

Es un lugar rodeado de una vegetación exhuberante, de puro bosque gallego de robles, sauces, pinos. Arquitectónicamente destaca por su sencillez y por el sorprendente aprovechamiento de la estructura pétrea sobre la que se asienta como parte de la propia construcción. Las tumbas d sus habitantes, excavadas directamente en el suelo, refuerzan el entorno de melancolía propia de estos paisajes.

Si se visita cualquier duda plenamente gallego (húmedo, frío...) uno no puedo menos que estremecerse ante la decisión de pasar aquí y en las condiciones en las que hace más de mil años se vivía, el resto de una vida.

Desde aquí podemos seguir hacia Luintra y llegar hasta el hoy Parador de San Estevo o volver atrás y tomar la carretera desde las orillas del Miño.

Si elegimos cualquiera que no sea la carretera principal al Parador, tendremos una inmersión auténtica en el rural gallego más profundo. Y una alta probabilidad de perdernos y dar mil vueltas, dado que las indicaciones son escasas y válidas solo para los lugareños, pues indican solo las aldeas cercanas. Carreteras estrechas, bordeadas de vegetación, pequeñas aldeas con campesinos salidos de estampas de lso 60...

Y, al final, San Estevo de Ribas de Sil. Conocí este lugar cuando era una ruina y, sin muros apenas, pasabas directamente a sus magníficos claustros, el refectorio, las cocinas... Hoy es un Parador espectacular, quizás demasiado nuevo y brillante en un entorno en el que lo mejor es dsfrutar de la vejez de estas piedras históricas, en estos rincones de piedra y verde donde los monumentos de granito enmohecen hasta camuflarse en un entorno al que parecen pertencer desde siempre.


Por eso, mejor acercarse hasta otro monasterio cercano. Santa Cristina de Ribas de Sil, nos recuerda como se encontraba San Estevo hace apenas 20 años. Pero, a pesar de su ruina, mantiene un encanto especial. Apenas visible entre el esplendor del bosque, contiene una riqueza arquitectónica e iconográfica especial.




Difrutar en él de las vistas, pasear por el bosque que lo rodea o acercarse al extraño árbol- altar que algunos lugareños han erigido allí cerca puede culminar un día de excursión perfecto.


Podemos cerrarlo con un trayecto tranquilo en coche por estas carrterillas que bordean el cañón del Sil, parando a menudo a disfrutar del paisaje y, finalmente acercándonos a la zona de Sober para disfrutar de algún vino de Amandi y una buena cena en cualquier barecillo "enxebre" de la zona.


03 octubre 2010

Azores II; Terceira y Angra do Heroismo




Desde la llegada al Aeropuerto de Terceira se respira la calma que impregnará el resto de días que pasamos aquí. El taxi que nos lleva a la capital, Angra, desde el aeropuerto de Lajes lo conduce un señor callado, pero amable. Esa será una característica habitual. Quizás cmo consecuencia del aislamiento, la gente resulta poco extrovertida, pero amigable. No favorece el acercamiento, ni lo rechaza. El paisaje es tranquilo, con predominio de población dispersa en caseríos de sencillas casas de pueblo, a veces coloreadas de forma especialmente alegre. Al llegar a Angra, destaca la ausencia de construcciones modernas o edificios que rompan el entorno. Se nota que es Patrimonio de la Humanidad y que procuran conservarla.

El taxi nos deja en el Hotel Terceira Mar y comprobamos que la elección ha sido acertada. Aunque es un hotel grande y turístico, resulta muy tranquilo y apenas se nota la existencia del resto de huéspedes. Se caracteriza por un jardín con piscina con espectaculares vistas al Monte Brazil y al mar. Pasar la tarde aquí es suficiente recompensa vacacional. Pero la isla tiene demasiados atractivos como para recluirse uno en el hotel.


Lo primero, dadas las horas, es comer. Lo hacemos en el propio hotel y con acierto total. Mi tamboril de arroz con mariscos pertenece ya a la imágenes míticas de las mejores vacaciones. El suave vinho verde con que lo acompaño, hace que llegue al final de la comida en beatífica felicidad.

Tras esto y un rato de piscina salimos a dar un paseo por Angra. Desde el hotel, no hay más de 15 minutos andando hasta la ciudad. Y, al llegar, se van abriendo calles y rincones que nosinundan de una belleza sosegada. El aspecto de estas calles es casi colonial. Tienen el típico adoquinado portugués. Los edificios civiles guardan una exquisita y las iglesias son de una modesta belleza, aunque aspiran a un barroco cargado que contrasta con la humildad del entorno.


Visitas

Al llegar al puerto, saliendo de uno de sus callejones, aparece ante nosotros la catedral, sorprendiéndonos con su brillante azul. Al lado de ella, un edificio ofrece una exposición de fotografías que ocupan todas sus ventanas, dando al lugar un espectacular aspecto de modernidad.


Disfrutamos de este momento de belleza y lo alargamos paseando entre las callejuelas, las plazuelas y los parques de la ciudad. En los días pasados aquí, veremos como, a pesar de ser aparentemente menor que Ponta Delgada, tiene una vida más rica. Constantemente surgen actividades, conciertos, exposiciones... Hay restaurantes "de diseño" (que no probamos) y una actividad comercial más puntera de la que, al menos nosotros, vimos en la isla de Sao Miguel. Y todo ello acompañado por una gente amable pero fría.

Más allá de la capital de la isla, existen múltiple opciones para disfrutar. En nuestro caso, contratamos los servicios de una compañía (Aguiatur) que ofrece excursiones por el interior de la isla y avistamiento de cetáceos en el mar. Hicimos ambas.

La primera excursión en todoterreno acompañados por un guía (Luis Filipe, botánico, excelente conocedor de la isla y sus características, amable y buen conversador) que nos ayudó a conocer mucho mejor qué era lo que veíamos: nos sorprendió así saber que lo que para nosotros era una vegetación espectacular en realidad, tanto aquí como en Sao Miguel, se trata de vegetación exógena, en algunos casos plantas invasores que están acabando con el medio ambiente característico de la isla.
Por ejemplo: esas inmensas flores amarillas que aparecen en todos los bosques de la isla y que llaman conteiras. En realidad, procedente del Himalaya. O las cryptomerias japonicas, impresionantes árboles que guardan de forma espectacular la humedad en las zonas de niebla. Como se deduce, vienen de Japón y han sido introducidos apenas hace algo más de 100 años. Son muy útiles ya que conservan la humedad en estas islas que,, en contra de lo que parece, tiene poca agua dulce útil (hay pocos ríos y cursos de agua). Probad a poneros debajo de ellos y agitar alguna de sus ramas: os caerá encima una espontánea ducha natural.

Lo típico de la isla, como nos contó nuestro guía, es el brezo, el laurel y las formaciones de musgos que, en las zonas altas y casi perennemente envueltas en niebla, conservan la humedad y forman auténticas estructuras de plantas simbióticas en las que resulta difícil distinguir unas de otras.

Aparte de la flora, la geología de la isla es un verdadero tesoro. Si origen volcánico permite descubrir espectaculares estructuras basálticas, tanto en el interior, como, especialmente en los acantilados. No debe uno perder la oportunidad de visitar el interior del tubo volcánico de Algar do Carvao. Aquí se puede descender por el antiguo tubo de un volcán y conocer desde el interior las estructuras que las explosiones dejaron en él, así como las marcas inmensas de las burbujas de lava y las estalactitas que se están formando desde entonces por el decantamiento de ácido silícico (no son calcáreas, como la mayoría de las que conocemos). La sonoridad del lugar , los colores que dejan los diferentes minerales y musgos, el lago existente al final del descenso... Un lugar espectacular que disfrutarán todos pero asombrará especialmente a los niños.

La excursión por mar para ver cetáceos resulta no demasiado interesante. El día no amaneció muy bueno y el barco daba unos desagradables botes sobe las olas a pesar de que el mar estaba bastante tranquilo. La visión de cetáceos resulta cada vez menos probable y se reduce por tato a los habituales delfines. Los niños disfrutan de ellos y sus saltos, pero la expectativa de ver algo más "especial", como ballenas y cachalotes, suele verse defraudada.

También para los niños, resulta agradable pasar las horas de sol en las piscinas naturales de Biscoitos. Apenas a media hora en coche desde Angra, separadas del mar abierto por rocas de lava de alguna erupción primitiva (imprescindibles zapatillas de goma para evitar cortarte con las rocas) son un lugar idóneo para disfrutar del mar. Al igual que en Sao Miguel, pocas playas hay en la isla y lo mejor es nadar en lugares como este u otros entrantes al mar directamente desde las rocas.


Restaurantes

La oferta de restauración es amplia en la ciudad de Angra, pero limitada fuera de ésta. Ya he citado al inicio el tamboril de arroz del Terceira Mar. No insistiré porque se hace la boca agua. En Altares (nada que ver con un lugar sagrado, al parecer el nombre viene de los "altos aires" que allí soplan), está el restaurante O Caneta. Lugar agradable y con buen servicio. Aquí probamos una comida típica: la Alcatra azoriana. A parecer tiene su origen en España y el nombre proviene de Alcántara: Es una especie de estofado de carne que, particularmente, me resulta poco interesante: la carne, a pesar del casi monocultivo de la vaca en la isla, no es especialmente buena. Y resulta especialmente fuerte al llevar también chorizo y morcilla.

Probablemente el restaurante más agradable y de mejor calidad en lo que vimos en la isla resultó ser el restaurante del Hotel Do Caracol , cerca del hotel Terceira Mar en el que estábamos. Una comida más elaborada de lo habitual en estas islas y con un servicio exquisito. resultaba además de los locales mejor cuidados de lso que visitamos en este viaje. Su cercanía a nuestro hotel, favorecía además el disfrute de los vinos servidos.

Ya en Angra, el restaurante del Hotel Beira Mar resulta especialmente agradable por su animada terraza donde, probablemente, se concentran cada noche casi todos los turistas de la isla. Por el contrario, es decepcionante el muy cercano Adega Lusitania.

Por lo demás, se pueden aplicar los mismos comentarios que para Sao Miguel: casi cualquier restaurante ofrece una calidad más que decente si se acuden a los productos frescos de la isla, especialmente pescado y las legumbres que lo acompañan en guarnición. Los precios son, en general moderados. Incluso en los restaurantes de los hoteles Do Caracol y Terceira Mar los precios nunca superaron los 15-20 euros por persona.

Otras recomendaciones

Por último, una recomendación más. Los coches de alquiler son también caros. En nuestro caso optamos por contratar al taxista que nos recogió en el hotel. Un viaje de ida y vuelta al otro extremo de la isla no son más de 14 euros. A Praia da Vitoria eran 12 euros. Incluso podías decirle que te recogiese a una hora determinada para no estar pendiente de él y visitar con tranquilidad cada lugar. En ese caso, tenías que pagar los dos viajes, pero aún así sale más económico que el alquiler de coches.

Y si vais al Algar do Carvao, no olvidéis un chubasquero. Aun en el interior del volcán, las aguas se filtran por etre las rocas y pueden dejarte empapado al final de la visita.

En resumen, un lugar maravilloso para visitar. Hermoso, tranquilo, con poco turismo. Algo que los habitantes aprecian. Más de uno nos repetía que no querían masificar la isla como loe pasó a las Canarias, que quieren conservar el estado actual y permanecer siendo un lugar lejos de las masas. Imshalá.