29 marzo 2007
Un regalo: un blog
http://corazondebonobon.blogspot.com/
Como, probablemente, no lo conoceis, me apetece hoy convertirlo en regalo para los pocos que llegais hasta aquí.
22 marzo 2007
Inversión en vivienda frente a inversión en Bolsa
Según datos de la sociedad de tasación, desde diciembre de 1985 hasta diciembre de 2006, la evolución de precios de casas, bolsa e ipc ha sido:
IPC: 237%
Vivienda: 257%
Bolsa (indice general): 1521%
En este periodo, la bolsa ha sufrido una caída importante durante la burbuja tecnológica (el índice general baja del 900,2 de dic 2000 a 661,9 en dic 2002) pero luego se recupera con fuerza. También hay bajadas más ligeras en el 92 y 94 (de 242 a 214 y de 322 a 285).
Las viviendas presentan datos muy positivos desde 1985 a 1990. Pero tiene una evolución dramática desde 1991 al 2000. En ese periodo se produce una estabilización o ligeras caídas que hacen que el precio medio evolucione desde 66800 en junio de 1991 a 67400 en diciembre de 2000. 10 años sin casi subida y con momentos de bajada sensible que alcanzan su cenit en diciembre de 1996 cuando la vivienda media se establece en 56000: una caída del 16%, más acusada si se compara en términos reales con la evolución del IPC que en el mismo periodo sube 58,5 puntos acumulados)
Es desde el año 2001 cuando se produce la famosa burbuja inmobiliaria que trae un crecimiento del 73% en el periodo que va desde diciembre de 2000 a diciembre de 2006, terminando los precios en un valor medio de 116000 euros frente a los iniciales 67400 de diciembre de 2000
En resumen: si en diciembre de 1985 hubieras invertido 10000€ en una casa, ésta costaría hoy 25700, dos veces y media más. Si se hubieran invertido en algún fondo referenciado al índice general de la bolsa, hoy tendríais 152.000€, 15 veces más (a pesar del estallido de la burbuja tecnológica en 2000).
La primera opción apenas supera la inflación sufrida (257% frente a 237% de IPC acumulado). La bolsa vence 6 veces al IPC.
Podéis buscar más información o confirmar los datos en:
http://web.st-tasacion.es/html/menu6.php
06 marzo 2007
Viaje relámpago a Roma
Tras esta inmersión latina que casi me provoca el vómito, entro al rancio hotel Grand Plaza. Debió ser fantástico en plena belle époque. Un gran león de mármol inicia el pasamanos de la hermosa escalera. Pero en la habitación huele a polvo acumulado en sus moquetas y cortinones y a cañerías el viejo cuarto de baño, con radiadores tan historiados como la misma Roma.
Salgo a la ciudad y todo cambia.
Es espectacular, no por sus grandes monumentos sino por sus callejuelas, rincones, tiendas de antiguedades, de comida, sus tipos, sus guardias y carabineros... Sorprende el que sea tal y como su mejor estereotipo nos la ha transmitido.
Me doy un largo paseo y me recuerda en sus calles, empedrados, gentes, la vieja Lisboa que hoy sucumbe al imperio de Fnac, El Corte Inglés y Zara. Aquí también, por supuesto (Zara en la puerta mismo del hotel) pero muchas de sus pequeñas tiendas alcanzan un lujo exquisito encerradas en una esquina oscura de una via señalizada con estetica "imperial" (y aquí, imperio es César, no Bush)
Paseo y paseo con una sonrisa permanente ante la agradable sorpresa que asoma en cda cornisa, en cada esquina.
Asi como lo mas esperado muere ante la avalancha de turistas y masas (el Panteón, la plaza de España) una vidilla subterránea surge en cada pequeña tienda con artesanos trabajando, restauradores en su taller, pintores, trattorias... Tras los ventanales se adivinan cocinas de antaño, locales, de vida.
Los italianos, como me esperaba, repiten ( ¿o son el origen?) lo peor de los españoles (ruido, caos, desorden, anarquía, imperio del coche y la vespa...), con el problema además de que se les suman miles de españoles (porque se les oye en todas partes).
Pero, sin duda, Roma es una ciudad a la que he de volver con más tiempo. No para descubrir más cosas, (que también) sino para volver a disfrutar de esas pequeñas calles, tiendas, ventanas, rótulos, rincones... que rodean humildemente la impresionante herencia monumental.
04 marzo 2007
Banderas al viento
Me emociona este recuerdo de quienes han perdido una guerra en la que triunfó la barbarie frente a la legalidad, el progreso y el idealismo (por muchos problemas que pudiera haber habido en este bando, estoy convencido de su superioridad moral sobre el contrario, ahora que se lleva la equidistancia y el neutralismo).
Acompaña a la imagen la emoción de la derrota injusta. Aunque no me gusta la estética fácil del perdedor, aquí la cercanía no es cuestión de estética (siempre es mas fácil sentirse cerca del que pierde, porque la solidaridad con el perdedor tiene un componente de dominio: me solidarizo porque puedo, desde una posición de control; ante el triunfador solo cabe la concelebración o la envidia).
¡Qué lejos del aspecto pijo, facha, autosuficiente, lleno de odio, desprecio e irracionalidad de los ricachones de Serrano que el sábado acudían envueltos en la rojigualda a cantar el himno a la plaza de Colón!.
Cuando más hacía el esfuerzo cívico (republicano, en el sentido original de la palabra) por identificarme con esa bandera española y constitucional que nos debe de representar a todos en esta democracia compartida, otra vez la derechona se quiere apropiar de ella y del himno. Lo intentarán, hasta que consigan que volvamos a considerar como propio sólo el de Riego y como bandera la tricolor. Setenta años después, de nuevo exclusiones, banderas, enfrentamiento. Con la de cosas que se pueden disfrutar juntos, con la de cosas que hemos hecho juntos en los últimos 30 años por el país ¡qué puta manía de volver a buscar una excusa para la diferencia!.