28 agosto 2006

Crítica a un pedante

Un pedante, de formación inequívocamente sociológica, ha escrito una carta al director, publicada en El Pais del domingo 27 de agosto, que, por sí sola, justifica parte de mi desapego respecto a las “ciencias” sociales, especialmente a su palabrería.

A continuación la transcribo:


Plutón posmoderno
Plutón ya no es planeta porque expertos astrónomos lo han acordado en Praga. Esta pequeñez es una demostración más de que la realidad ha dejado de ser “real” y se ha transformado, únicamente, en un proceso de interpretación subjetiva, construida por una retórica específica.
Para otros expertos, pero en el ámbito de la filosofía, o de las ciencias sociales, el ejemplo de Plutón es un síntoma más de la era del mass-media, la revolución de las comunicaciones y de la tecnología. Un periodo cuasi-virtual que algunos llaman posmodernidad, caracterizado entre otras cosas por una saturación de información que tampoco ha conseguido explicar la complejidad del entorno humano, y que paradójicamente, al final del proceso se ha impuesto lo contrario: la victoria del mito, cuya simplicidad hace más fácil la compresión de las cosas. Es lo que en Marketing se llama “imagen de marca”, algo muy de moda en estos tiempos.
Plutón dejará de ser planeta, pero la gran expectación que ha creado la reunión de Praga donde se ha discutido la complejidad del cielo, parece reproducir el eterno mito del culto a “allí arriba”, semejante a la Comisión Teológica Internacional que reunió el Vaticano el pasado noviembre para discutir la existencia del Limbo, aquel lugar que acogía las almas de los niños no bautizados, y que desde entonces tampoco existe. La gran diferencia es que con la posmodernidad, la espiritualidad de la Iglesia ha entrado en decadencia, mientras que los de Praga, tan materialistas como las razones por las que Plutón no volverá a ser planeta, se benefician de la gloria de la mitificación actual de la Ciencia. ¿Una nueva religión?
Daniel Esparza Ruiz, (Becario MAEC-AECI), Olomouc (República Checa)



En fin, decir que la decisión de la Unión Astronómica Internacional de definir Plutón como planeta enano “es una demostración más de que la realidad ha dejado de ser 'real' y se ha transformado, únicamente, en un proceso de interpretación subjetiva”, no es más que una estupidez pedante.

Lo que sí es una interpretación subjetiva (mía), es que la unión de palabras en una frase pretendidamente profunda muestra que la mala digestión de un festín de lecturas erróneas puede provocar un empacho mental que termina en diarrea discursiva. Porque nada hay de subjetivo en la decisión tomada, ni en nada se ve afectada, por supuesto, la “realidad” de Plutón.

Contra esta clase de postmodernos, incapaces de leer una noticia de ciencia y vencer la tentación de hacer analogías sociales directas, ya nos advertían (al parecer con poco éxito*) Sokal y Bricmont, o el propio Weinberg en el libro comentado en el anterior post.

Pero contra la confusión mental (que lleva a meter en un mismo cajón a la Unión Astronómica Internacional y la Comisión Teológica Internacional, para terminar sugiriendo que la ciencia es una nueva religión) sólo cabe confiar en que, algún día, la enseñanza de la ciencia mejore hasta el punto de reforzar el pensamiento lógico, científico y crítico por encima de parafernalias lingüísticas, discursos en pirueta y frases vacías.


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Podeis ver más en:

Comentarios a Sokal y Bricmont 1
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Comentarios a Sokal y Bricmont 2

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