Me gustaría creer que la demanda de silencio empieza a ponerse de moda. Igual que el regetón (o ragetón o como demonios se llame) o los malditos bongos y sus incansables percuteros llegan a ser un símbolo, una marca, de masas sociales, ¿porqué no convertir el silencio en algo “in”, “fashion”, “cool”? La verdad es que ya sólo esas palabras me provocan urticaria. Pero sí creo que estaría bien que se pusiese de moda.
La película “El gran silencio” de Philip Groening, ha tenido un notable pequeño éxito dentro de su marginalidad. No la he visto (oírla era imposible :-) ).
Una película sin una sola palabra, sin chistes malos en el momento de la muerte, sin explosiones, persecuciones, tiros, música, banda sonora… puede ser un buen síntoma. Sin embargo, me temo que el éxito proviene tan solo de ser un producto único que se ha encontrado un nicho pequeño y virgen. Y aún así, un nicho en el que se mezclaban amantes del silencio y neoespirituales conservadores y católicos atraídos por la vida monacal mostrada. Pues lo que faltaba, que el silencio se acabe vinculando a formas pseudoreligiosas para rematar su ya escaso prestigio. Que acabe sirviendo para el proselitismo religioso en lugar de para la educación en los valores de respeto y civismo que deberían estarle asociados. De esta no lo ponemos de moda. No para mí. Prefiero otra ruidosa persecución de coches en San Francisco (con Steve McQueen al volante, por supuesto).
28 enero 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Tampoco he visto la película, quizás me da envidia su privilegio y pavor lo que hay que hacer para conseguirlo. Por ahora intentaré conformarme con tu recomendación de las cafeterías de los hoteles (por cierto, sólo es válido en los de 4 ó 5 estrellas, y ahí lo que causa pavor son los precios...).
Publicar un comentario